MEDELLIN y mis recuerdos inversos


Plaza de Botero 2 (Jose Ferri)Los trayectos en Colombia no se miden por la distancia sino por las horas que necesitas para llegar de un destino a otro. De Salento a Medellín tardamos casi 10 horas en bus con una escala en Pereira.

Una de las características geográficas más particulares de Colombia es que está atravesada por tres grandes cordilleras de los Andes (Oriental, Central y Occidental) que se unen en el sur del país para formar una especie de columna vertebral en Sudamérica, de más de 7.000 km, que se extiende hacia el sur, llega hasta el fin del mundo y se hunde en el pacífico a la altura de Tierra de Fuego.

El trayecto hasta Medellín es impresionante ya que hay que pasar de una cordillera a otra…..sin túneles, sin viaductos, sin autovías….. Tenemos que zigzaguear las montañas pasando de un valle a otro, disfrutando de los cambios de colores y vegetación a medida que subimos o bajamos. En ocasiones tengo hasta vértigo al ver a ambos lados, cafetales que bajan casi en vertical hasta ríos que apenas se ven en el fondo del valle. Es la primera vez en mi vida que veo el perfil de varios valles superpuestos de una belleza difícil de describir.

Como bienvenida decidimos darnos un homenaje gastronómico en el Carmen donde me Medellin 3 (Jose Ferri)pude dar cuenta que la alta gastronomía se está extendiendo y popularizando en Sudamérica, al igual que en Europa, en paralelo al crecimiento económico.

Aunque sin duda alguna, el restaurante que realmente nos marcó fue el Mystique (todavía salivo al recordar el ceviche de pescado con espuma de maíz) donde con la cuenta me trajeron un huevo vacío que, al romperlo, me regaló el siguiente mensaje:

«El chef de hoy tiene que saber trasmitir emociones, alterar conciencias, hacer pensar a los demás y tener una actitud dinámica, comprometida y abierta hacia la sociedad. Y para ello no hay que ser un chef mediático: el compromiso social está abierto a todo el mundo«. Santi Santamaría.

Al llegar a Medellín empecé a notar que había algo que no cuadraba con mis recuerdos de Medellin (Jose Ferri)la primera vez que estuve allí en 2006. Y eso me ha inquietado durante toda la estancia en la ciudad. Nada parece estar donde yo recordaba que estaba, es como si alguien hubiera entrado en mis recuerdos, los hubiera manipulado y transformado en algo que no corresponde a lo que estaba viendo. Todo está al revés, boca arriba o boca abajo, las plazas movidas, el valle desvirtuado…..

Por una parte me inquietaba, pero por otra era como estar viviendo una ciudad nueva a través de un déjà vu borroso.

Sin lugar a dudas Medellín es la ciudad de Colombia donde me quedaría a vivir. Es organizada (comparada con el resto), moderna, dinámica, con un tamaño perfecto (segunda ciudad del país con 3,5 millones de habitantes), con una actividad cultural desbordante y ubicada en un lugar privilegiado.

Medellin está situada en un valle en forma de V donde el metro circula por la parte baja, en paralelo al río, y subiendo por las laderas del valle están las zonas habitadas. En el Norte las chabolas, en el Sur la zona residencial elegante.

Visitar Medellin no deja de tener una parte morbosa y nadie quiere hablarme de aquello que en los 80’s puso a Medellín en los mapas del mundo entero, Pablo Escobar y el famosisimo Cartel de Medellín.

Plaza de Botero 3 (Jose Ferri)

Escobar se convirtió, según Forbes, en la séptima fortuna del mundo (por tráfico de cocaína) y en el hombre más poderoso de la mafia colombiana. Declaró la guerra al gobierno de Colombia y se convirtió en el criminal más buscado del mundo al desestabilizar el país con miles de asesinatos y atentados que hicieron de Medellín una de las ciudades más peligrosas e ingratas del planeta…..hasta que fue abatido, con ayuda de la CIA en 1993.

Desde entonces Medellín se ha ido recuperando poco a poco hasta convertirse en la actualidad en la ciudad mas competitiva de país por delante de Bogotá.

Visitar Medellín hoy en día significa disfrutar de un buen café en la antigua estación de
tren de Antioquia, pasear por la zona politico-administrativa para observar los edificios de corte soviético y los arriesgados rascacielos donde se están instalando las multinacionales, sentir los elementos en el parque de los pies descalzos (paseo descalzo por un bosque de bambús, hierba, arena y agua), observar miles de personas hormigueando en el parque Berry, aprender astronomía divirtiéndote en el parque de los deseos, interactuar con la ciencia en el Parque Explora, el más moderno de Latinoamérica o disfrutar de las miles de especies de orquídeas en el orquideorama del jardín botánico.

Pero sin lugar a dudas, lo más Medellín de todo es la plaza Botero, un museo al aire libre donde se exponen 23 esculturas del artista más internacional de Colombia, Fernando Botero, que ha convertido esta plaza en el epicentro artístico de la ciudad junto al ecléctico Museo de Antioquia.

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Habitación con vistas: «Quindio» del Hostal Ciudad de Segorbe en Salento


Si pasábamos por Salento, no podíamos dejar de visitar y alojarnos en el hostal de unos amigos (uno de ellos de Segorbe, de ahí el nombre) que es, sin duda, el mejor hostal de la ciudad.

El Hostal Ciudad de Segorbe está situado a dos cuadras de la plaza principal, en una casa colonial típica del eje cafetero,  muy bien rehabilitada, con unos suelos preciosos de madera de origen. Todas las habitaciones dan a un patio central donde los colibríes te dan los buenos días mientras disfrutas de un excelente desayuno al sol.

El precio es de unos 22-25 € por persona y día e incluye alojamiento, desayuno, el experto consejo sobre la zona y la exquisita hospitalidad de sus dueños.

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SALENTO y el eje cafetero

Después de 4 horas en bus desde Cali a Armenia y una hora más en taxi, llegamos a Salento. Era muy tarde, de noche, llovía, mucha humedad y un olor a verde que te hace ser consciente que estás rodeado de un bosque tropical extraordinario.

Salento es un pueblo de estilo colonial, de unos 3.000 habitantes y localizado en el departamento del Quindio (centro-oeste de Colombia). Se fundó el 5 de enero de 1842 por un grupo de señores paisas (de la zona de Medellin) que se desplazaron a esta zona para desarrollar el cultivo del Café.

Por Salento pasaba el “camino Nacional” (hoy casi desaparecido), uno de los principales ejes de comunicación que unían el virreanito de la Nueva Granada con el Virreinato del Perú, por eso durante el siglo XIX fue lugar de paso de varias delegaciones oficiales y expediciones botánicas como las de Mutis (si, ese señor que aparecía en los billetes de 2.000 pesetas) o la de Humbolt.

Salento, como todos los pueblos coloniales, tiene una gran plaza (llamada de Simón Bolivar) de las que sale la calle Real y unas pocas calles en forma de cuadricula con casas de colores muy fuertes que parecen competir entre ellos. Está lleno de hombres tipo Juan Valdez que se pasean por el pueblo o bien charlan animadamente a la puerta de billares y tiendas variopintas.

La mejor manera de ver Salento es subir a sus miradores porque te permite tener una visión en modo Google maps y al mismo tiempo apreciar la selva tropical que rodea el pueblo.

Los motivos que nos llevaron a Salento fueron dos, descubrir las explotaciones de café y visitar el Valle del Cocora, las palmas de cera y los bosques de niebla. Todo ello a pie, sin prisa y disfrutando lenta y plenamente la naturaleza.

El valle del Cócora

Con provisiones de comida para una semana (nunca se sabe qué puede pasar en las montañas), a las 7 de la mañana fuimos a la plaza Bolivar para hablar con los campesinos que se desplazan en Willy’s (algo así como los Citroen méhari pero más solidos) y que a cambio de unos pesos, nos llevan hasta la entrada del valle del cócora donde empieza nuestra ascensión, a pie,  a las nubes.

La primera parte del trayecto (5 km) se hace por un camino de animales lleno de fango, charcos y excrementos de vacas y caballos compartiendo el camino con animales y algún que otro guarda del parque a caballo.

De repente, el camino de animales acaba y entramos en una zona de bosque tropical cerrado, donde apenas entra la luz del sol y descubrimos árboles centenarios rodeados de líquenes, musgo, helechos gigantescos con hojas de 2 a 4 metros de grandes y decenas de ríos bajando de los Andes que tenemos que cruzar por pequeños puentes precarios de dudosa estabilidad.

Pero la parte más dura fue una subida de 800 metros por un camino casi en vertical que nos llevaba a los 3.000 metros de altitud!!!. (la caminata más dura que he hecho en mi vida).

A medida que subíamos nuestras piernas flaqueaban más y más, la altura y la falta de oxigeno hacía que nos ahogáramos y……cuando miraba a Daniel, unos pasos detrás de mi, me daban ataques de risa incontrolados que se le contagiaban y hacían ahogarnos aún más 🙂

Poco a poco la niebla fue rodeándonos, se hizo muy espesa y de repente fuí consiente que estaba en el bosque de niebla, esas pocas partes del planeta en zonas tropicales donde se forman las nubes de todo el mundo.

Y en la parte alta de la montaña, como si se tratara de un espejismo, apareció la casa de un agricultor que nos ofreció un chocolate caliente y unos trozos de queso que se mojan en el (y que sabían a algo así como si mordieras un trozo de caucho).

Desde allí empezamos los 7 km de bajada y a través de la niebla empezamos a ver las palmas de cera, endémicas de esta zona de Colombia. Son las palmeras más grandes del mundo que llegan a alcanzar una altura de 80 metros y que al estar en peligro de extinción fueron declaradas árbol nacional de Colombia.

Al llegar al hotel ni Dani ni yo podíamos mover un dedo, extenuados por el cansancio pero muy orgullosos y satisfechos de haber sido capaces de realizar el recorrido completo.

Las explotaciones cafeteras

Saliendo de Salento por caminos utilizados por ganaderos y campesinos, vamos bajando por un bosque tropical hacia los valles cafeteros. A medida que bajamos, hace más calor, más humedad y empiezan a aparecer miradores con vistas espectaculares sobre las montañas, los valles y el río Quindio.

Entramos en una finca y nos atiende el Señor Elias, octogenarío que ha dedicado su vida al cultivo del café y que está encantado de enseñarnos su finca, contarnos su vida y su pasión por el café.

En la visita al cafetal nos explica las 3 variedades de café orgánico Arábiga que cultiva, la diferencia entre los árboles, los ciclos de vida, las características de cada uno, las diferencias de colores de las bayas, las plagas que les afectan, los árboles que les dan sombra…..

De nuevo en la casa, nos muestra como sacan el grano de la baya, que fermenta antes de limpiarla 3 veces, la zona de secado de granos, que se deben mover continuamente para que se seque totalmente y una vez seco, se le quita la cáscara para sacar un grano blanquecino que se tuesta delicadamente para evitar que se queme.

Lo muelen delante de nosotros y nos prepara el mejor café que he probado en mi vida.

Salimos de su finca y continuamos bajando hasta cruzar el río Quindio mientras vemos casas y cafetales impresionantes donde viven los terratenientes de la zona. Llegamos a un pueblito cafetero llamado Boquia donde cogemos un bus que nos devuelva a Salento.

El cafe

Y al octavo día, Dios creó el café.

El descubrimiento del Café como bebida pudo tener su origen en los monasterios islámicos de Yemen hace unos mil años, auque solo se conoce a través de leyendas.

A partir del siglo XV se encuentran en Oriente Próximo establecimientos dedicados al consumo del café,  que eran centros de tertulia y actividad cultural e intelectual.

Su consumo se hizo popular en Europa a finales del siglo XVII gracias a su importación por los comerciantes venecianos y a partir de entonces algunos países europeos (Francia y Holanda) empiezan su cultivo en sus colonias de Ultramar. Muy pronto misioneros, comerciantes y colonos lo extendieron rápidamente por los territorios de Centroamérica, Sudamérica y áreas tropicales y subtropicales de todo el mundo.

Actualmente es la tercera bebida más consumida del mundo después del agua y el té, pero se prevé que supere al té debido a que países como China han empezado a consumirlo masivamente.

La caficultura es la actividad económica que genera mayores ingresos y desarrollo social en las zonas rurales de Colombia. Genera casi 800.000 empleos directos y más de 1.5 millones de indirectos aportando el 17% del PIB agrícola.

De acuerdo con la Organización Internacional del Café (OIC), el café es uno de los productos primarios más valiosos en la economía mundial ya que durante muchos años, y hasta la crisis de los 90, fue el segundo en valor como fuente de divisas para los países en desarrollo, después del petróleo.

El café tiene una importancia crucial para la economía y la política de muchos países en desarrollo ya que las exportaciones representan una parte sustancial de sus ingresos en divisas, en algunos casos más del 80%.

El consumo mundial de café se sitúa en torno a los siete millones de toneladas al año siendo Europa el mercado más grande seguido de Estados Unidos y Japón.

Colombia es el segundo país del mundo en producción de café (750.000 toneladas), después de Brasil.

Y Curiosamente en Colombia no saben hacer bien el café, ya que lo hacen filtrado, por lo que a los mediterráneos no nos suele gustar mucho.

Sin embargo hay pequeños empresarios que están dignificando el café en Colombia como Cafés Juan Martín que tiene un café en Salento (carrera 6 #6-14) donde vale la pena dejarse caer para conversar con los camareros que amablemente te explican el cómo y el porqué en un ambiente relajado y perfecto para, simplemente, no hacer nada.

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Habitación con vistas: 3 de la Posada de San Antonio, Cali

Al igual que me gusta cambiar radicalmente de paisaje, también me gusta hacerlo en los lugares donde duermo.

De la exquisitez del W Santiago a la sencillez de la Posada de San Antonio de Cali.

Es una posada situada, como su nombre indica, en el barrio de San Antonio, por lo que es ideal para conocer el centro de la ciudad caminando y disfrutando de la autenticidad de la zona.

Las habitaciones son sencillas, dan a un patio colonial y tienen todas las comodidades básicas necesarias: limpieza, cama cómoda, wi-fi y un buen desayuno.

Y ademas el precio es de unos 40€ /día por habitación doble.

Muy recomendable. De todos modos para los que necesiten la seguridad de una cadena internacional, a pocas cuadras está el intercontinental Cali o el Four Points by Sheraton.

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CALI….ay, ay, ay….

No podía pasearme por Sudamérica sin pasar por Colombia a visitar a Dani y conocer algunas partes del país que todavía no conozco.

Siempre he querido visitar Cali porque la mayoría de Colombianos con los que me cruzo, curiosamente son de aquí y me hablan muy bien de la ciudad, de su historia, de su gastronomía, de su fiesta….

Los motivos reales para vernos en Cali son inconfesables, así que podríamos decir que me parecía el lugar ideal para empezar a recorrer el país de Sur a Norte incluyendo los cambios radicales de territorio que tanto me gustan.

El gran atractivo de Cali, no es mas que el de ser una ciudad de tamaño mediano-grande, (2,5 millones de personas, siendo la tercera del país después de Bogotá y Medellín) que en principio no es turística pero que tiene algo que engancha, que te hace sentir bien, cómodo, a gusto, afortunado y sobre todo feliz. Aunque los taxistas nos cuentan que las bandas de narcos todavía se matan a diario (lo que añade un poco de morbo a la visita) no hemos tenido sensación de inseguridad en ningún momento, ni de día, ni de noche.

Cali es una ciudad cruzada por 7 ríos, situada en un llano protegido por la cordillera occidental y rodeada del verdor de las plantaciones de caña de azúcar del Valle del Cauca, de la que es capital. Está cerca del Ecuador y a unos 1.000 mts sobre el nivel del mar, lo que le garantiza unas temperaturas primaverales eternas.

Se dice que la salsa se creo a fuego lento en Cali a partir de los años 30’s en los barrio más populares y en conexión directa con los ritmos afro-caribeños. Hay decenas de escuelas, grupos de bailes, orquestas… que hacen que Cali sea un referente en el mundo de la salsa e incluso atraiga a miles de personas que acuden allí a aprender a bailar. Se puede decir que la Salsa es a Cali lo que la Samba a Río de Janeiro o el Tango a Buenos Aires.

Al contrario que en el resto de ciudades colombianas, el centro o microcentro, es un lugar seguro y paseable incluso de noche (sin olvidar que Colombia no es Suiza). El centro consta de dos partes:

El Centro histórico, es donde se fundo Santiago de Cali el 25 de julio de 1536.  Aquí visitamos la iglesia de la Merced, de estilo colonial y rodeada de edificios de oficinas modernos que provocan un choque muy latinoamericano, el teatro municipal, el centro cultural y el edificio proartes. De allí paseamos sin rumbo hasta que nos encontramos con una inesperada iglesia de estilo mudejar, la de San Francisco, que todavía no sé que hace ahí porque parecía recién sacada del sur de Teruel.

Y de allí a la plaza de Caicedo donde después de superar el flash-back paulista visitamos la catedral donde un cura berreaba con un organillo, al más puro estilo verbena popular del sur de Valencia, mientras hordas de gente multicolor recibían la bendición de otro cura rancio que parecía sacado de los años 40’s bajo una virgen coronada por un neón.

El Barrio de San Antonio está a una cuadra del centro histórico y es donde se estácreando la zona bohemia-alternativa-casi chic de Cali. Es una zona llena de casas bajas centenarias de colores, pequeños restaurantes con encanto, tiendas de barrio con un sabor indescriptible y cafeterías, parecidas al salón de una casa colonial, donde pasaría el día entero. En esta zona, en el restaurante el Pargo Rojo probamos el mejor sancocho de pescado que he probado en Colombia.

Y la zona que también fue un grato descubrimiento fue Granada, un barrio ludico-residencial lleno de villas estupendas, donde están los mejores bares, restaurantes, pubs, discotecas y afters de la ciudad. Allí hemos pasado casi toda la parte nocturna de nuestro fin de semana, comiendo, rumbeando y socializando. Y hasta aquí puedo leer.

El restaurante que mas hemos disfrutando en la ciudad fue el carambolo, donde la revista jet-set (el Hola colombiano) nos pidió permiso para hacernos una foto para el siguiente numero 🙂

Y nuestro querido amigo Ferney, nos deleito el domingo con una típica comida dominical colombiana (sancocho de gallina, casi entera!!! que se hace con un guiso de gallina, yuca, patata, ñame, platano y cilantro entre otros) en el restaurante zaguán de San Antonio (sobre los tejados de Cali) mientras hablábamos de las bondades de Cali y la zona que rodea la ciudad.

Gracias Ferney por todo tu tiempo, amabilidad, dedicación y sonrisa.

Salimos de Cali a reencontrarnos con la naturaleza salvaje del centro de Colombia, con una gran sonrisa de satisfacción y pensando que Cali seria una ciudad….vivible.

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Habitacion con vistas: 602 del Hotel W Santiago

Siempre he deseado alojarme en un hotel W, pero hay veces que tienes que esperar para que se den las condiciones perfectas, a veces inesperadas, para poder cumplir los deseos.

En un viaje tan improvisado, este tipo de cosas suelen pasar.

El hotel W Santiago es el único que la cadena tiene en Sudamérica y ha sido nombrado uno de los mejores hoteles de América latina.

Desde el momento en que entras, la música, el perfume, la atención personalizada, los techos altísimos, el diseño de absolutamente todo, los detalles que no esperas, la mejor cama donde he dormido, las piscina en la terraza con vistas al selecto barrio de Las Condes con los característicos «rascacielos» de la zona….y las copas en la terraza, por la noche, con buenas conversaciones que recordaré mucho tiempo, sobre lo divino y lo humano rodeado de la beautiful people de Santiago.

The place to be. Altamente recomendable.

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SANTIAGO DE CHILE

Que agradable sorpresa descubrir Santiago de Chile.

Siempre que he estado en Sudamérica he hecho escala en su aeropuerto pero nunca me había decidido a visitarla porque no me había cruzado con nadie que me hubiera hablado bien como para despertarme el deseo de hacerlo.

Estando en Atacama, tenia que volver a Santiago para volar a otro destino, así que decidí pasar 3 días a pesar de que muchos chilenos me dijeron que con un día era mas que suficiente. Me negaba a creer que una gran ciudad de Sudamérica no tuviera su encanto.

Y para mi pesar, de nuevo me he quedado corto y con ganas de más.

Santiago es una ciudad fascinante, ecléctica, muy dinámica económicamente hablando (quizás un poco eclipsada últimamente por San Pablo) y de un tamaño medio (comparadas con otras megalópolis americanas)  donde viven 5,5 millones de personas encajonadas en un llano pegado a los Andes (mas de un tercio de la población del país).

Es una ciudad tremendamente sexy donde se puede percibir la influencia de todas las inmigraciones que han llegado a Chile y han marcado su idiosincrasia: españoles (muchos vascos), croatas, ingleses, árabes, rusos, griegos, franceses, peruanos, italianos, coreanos, alemanes, judíos y africanos.

El primer día, sin haber programado ni leído nada, mis pies me llevaron a la Plaza de Armas donde vi un chico con una camiseta que ponía «Free Tours» y de repente recordé mi buenísima experiencia en Hamburgo. Le pregunto y en 10 minutos empezaba un tour de 4 horas que recorría a pie las partes más interesantes de Santiago.

El guía, Franco, ha sido uno de los mejores guías con los que me he cruzado en mi vida. Fue entretenido, instructivo, pedagógico, me hizo sonreír, ilusionarme, emocionarme, entristecerme y sobre todo me despertó un interés apasionado por su ciudad.

Nunca me cansaré de decir lo importante que es para la percepción de un destino que tengas un guía profesional que sepa despertarte interés y calmar tus inquietudes.

Franco me explico la fundación e historia de Santiago a través de los edificios de la Plaza de Armas, centro neurálgico, político y social de la ciudad. Fue muy interesante conocer las anécdotas de la resistencia de los Mapuches a los colonos españoles y su estatus actual. De allí  paseamos por la zona financiera donde me explicó el concepto de «cafés con piernas», que estoy seguro horrorizaría a las feministas europeas.

En la casa de la moneda fue delicado, preciso y neutral pero consiguió que un escalofrío me recorriera la espalda y se me empañaran los ojos al recordar el bombardeo por las tropas de Pinochet, el golpe de estado a Allende, las muertes indiscriminadas, los desaparecidos y sobre todo el vacío cultural que sufrió Chile durante la dictadura.

De allí al precioso edificio de la Ópera y los edificios afrancesados que lo rodean bajo el cerro de Santa Lucia, creado artificialmente en mitad de la ciudad, con jardines, zonas de paseo y un excelente mirador. Es una lastima que desde hace unos años el smug que rodea Santiago impida ver los Andes con claridad.

Y menuda sorpresa el barrio de Lastarria, bohemio-chic, que me recuerda a Buenos Aires y el concepto que tienen en Sudamérica de los barrios europeos.

De allí caminamos por el Museo de Bellas Artes y el parque forestal hasta el barrio de Bellavista, donde están las universidades y un barrio fantástico, con mucho sabor, de casas bajas y villas, llenas de graffitis que le dan un toque artístico muy agradable a la zona.

El segundo día hice un bike tour con la empresa la bicicleta verde. La guía fue nefasta y no me trasmitió ni frío ni calor, así que en un momento dado, desconecté de sus explicaciones y me dediqué a disfrutar del paseo por Santiago en bicicleta. Estuvimos en muchos lugares donde ya había estado pero lo que más me impresionó fue la visita a los mercados.

El mercado Vega Central es el mercado más importante de la ciudad. Es un edificio sin interés pero que vale la pena visitarlo para observar los productos que se venden: desde leche de burra a tés exóticos de todo el mundo, pasando por todo tipo de frutas y verduras desconocidas, jeans levanta-gluteos o tiendas de cebollas que también tiene maquinas recreativas de monedas. Todo esto combinado con coches, motos, carros, bicis….

Fue allí donde tomé uno de los postres típicos de chile, el mote con huesillos, que tiene una base de trigo, zumo muy dulce de melocotón y melocotones deshidratados (aqui llamados duraznos). Todavía no se si me gusta o no.

De allí al antiguo mercado central, donde, siguiendo las tendencias de todos los mercados del mundo (excepto Valencia), se esta transformado en un espacio vivo, dinámico, lleno de restaurantes pero manteniendo las tiendas de pescado.

Por la tarde fui a conocer la casa que Neruda tenia en Santiago y que me ayudó a conocer mejor la vida de este polifacético poeta/político/diplomático que ayudó a tanta gente durante la guerra civil española.

De regreso al hotel me dediqué a conocer la zona donde estaba alojado, el barrio de Las Condes. Se le llama popularmente Sanhattan (Santiago + Manhanttan) por la cantidad de rascacielos (o rascacielitos) que hay. Como Chile esta localizada en una de las zonas sísmicas mas activas del mundo, los rascacielos son como una versión reducida, achatada, de los que se pueden encontrar en las grandes ciudades del mundo. Tienen un  remate precioso pero parece que les falten un centenar de plantas. De todos modos ya han empezado a construir verdaderos rascacielos que desafían las leyes de la naturaleza.

El tercer día me paseé de nuevo, lentamente, por el centro fundacional de la ciudad, el antiguo Senado y asistí, de casualidad,  a una misa con órgano en una catedral llena de cicatrices provocados por los desperezos de la Tierra.

Y como despedida fui a investigar detalladamente el barrio de Lastarria, con sus cafés, bares, librerías, pequeños restaurantes con encanto……donde descubrí el centro cultural Gabriela Mistral, la tiendas de diseñadores chilenos alternativos en la casa Berry, el mercadillo de antigüedades, probé la «copa fresca» (zumo de naranja recién exprimido con helado de maracuya) y sobre todo percibí que la juventud chilena está despegando con fuerza, creatividad, innovación, tolerancia, estilo propio…..justo lo contrario a los deseos de Pinochet. Ojalá se esté revolviendo en su tumba y jamás descanse en paz.

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Habitación con vistas: 1 del Hotel Tierra Atacama

Hay hoteles en el mundo que cuesta olvidar por su filosofía, el servicio, el trato, la decoración, el diseño, los materiales utilizados, la comida, las vistas, el ambiente, las personas que allí se alojan….

El hotel Tierra Atacama reúne todos estos requisitos y más.

He estado alojado en muchos hoteles aislados y soy consciente del esfuerzo que supone mantener un equipo profesional de personas motivadas que hagan de la estancia toda una experiencia.

Felicidades a este hotel por conseguirlo. Sin dudarlo no me alojaría en nigún otro hotel estando en San Pedro de Atacama.

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ATACAMA, los géiseres del Tatio

Una de las visitas más populares desde San Pedro de Atacama es el campo geotérmico del Tatio.

Para visitarlo me levanté a las 4 de la mañana cuando la noche estaba oscura y las estrellas brillaban más de lo habitual.

Está situado a 95 km de San Pedro de Atacama, por caminos forestales sin asfaltar, que van subiendo hasta llegar a los 4.500 mts sobre el nivel del mar, entre las montañas y volcanes de la cordillera de los Andes.

A esa altura hay mucho menos oxigeno y cualquier movimiento rápido al andar hace que te ahogues y que recuerdes en cada momento que tienes que respirar.

Al llegar a Tatio el perfil de los Andes ya se vislumbra de un modo mágico, como si levitaran en el cielo y se ven unas pocas columnas de vapor de agua que suben.

Y te preguntas…vale la pena levantarse tan pronto y todo este duro camino para ver esto?.

Y a medida que incrementa la luz del sol, como si se tratara de un gran truco de magia,  desde todos los agujeros y poros de la tierra empieza a salir columnas de humo, empieza a hervir el agua (que a esta altura hierve a 87 grados) se incrementa el olor a azufre y toda la llanura se convierte en un espectáculo de la fuerza de la Tierra, aquí llamada Pachamama.

Y mágico fue también el desayuno con vistas a todo el campo, tomando mate de coca, calentando la leche en el agua hirviendo de un géiser mientras el sol hacia subir los -8 grados que había a esa altura.

De regreso a San Pedro paramos en el poblado de Machuca, de 5 habitantes donde la señora que se encarga de abrir la iglesia a los visitantes conversó conmigo sobre lo especial que es vivir allí.

El canto del agua (por qué el desierto está tan seco)

Hace muchos, muchos años atrás, cuando la tierra comenzaba recién a adquirir su forma actual, en la zona atacameña aparecieron los paisajes de volcanes y planicies, con su amplia gama de colores. Llovía y llovía y se iban formando caudalosos ríos. Los Atacameños le cantaban al agua y el agua les ayudaba en sus labores agrícolas. El correr del agua arrastraba piedras que formaban, poco a poco, los muros de canales, los que aun hoy se conservan. Tiempo después comenzó una lluvia que duró cuarenta días y cuarenta noches, y el agua corrió y corrió hasta que se acabó. Así los Atacameños lo perdieron todo: los terrenos, los sembrados, la vida.

Ahora nadie sabe cantarle al agua para que vuelva a brotar como antes.

Del libro «Así hablan las montañas«.

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ATACAMA, en bici….a caballo

No podía estar en un lugar tan especial sin hacer un ruta en bicicleta.

Me habían hablado de unas lagunas cercanas donde se flota como en el Mar Muerto. Ligeramente incrédulo salgo de San Pedro en dirección sur, dejando atrás las casas de adobe, los algarrobos (que no tienen nada que ver con los mediterráneos) y los chañares (con cuyos frutos se hace una especie de turrón delicioso).

A pocos kilómetros entro en la zona más seca, donde todo rastro de vegetación desaparece excepto unos pequeños arbustos y un solo árbol, en mitad del desierto, que me alivia un rato con su sombra.

Y al cabo de unos 20 km de San Pedro veo unos espejismos intensos que no lo son. Me acerco a las lagunas de Cejar, donde encuentro 2 grandes lagos y uno más pequeño pero de 15 metros de profundidad y cuya oscuridad impone y asusta.

Sin dudarlo entro en la laguna profunda y sí, la sensación es la misma que en el Mar Muerto, flotas y no puedes nadar. La única diferencia es que el agua es menos densa y aceitosa que en Jordania.

Es una sensación indescriptible la de estar en el centro de la laguna, mirando el agua, el desierto, las montañas y la nieve…es un paisaje que curiosamente asociaba a Namibia, no a Chile.

Y habiendo hecho rutas en coche, a pie y en bici, no podía irme de San Pedro sin una cabalgata por el valle de la muerte, una de las zonas más áridas de Atacama.

Provisto de mis chaps, un caballo travieso, un perro guardián y un jinete-guía, salimos de San Pedro en dirección a la Cordillera de la Sal.

La cabalgata es lenta, el sol cae a plomo, mas de 40° y ese respeto que te da estar encima de un animal que apenas sabes como acelerar y frenar.

Al adentrarnos en el valle de la muerte es como si el tiempo se hubiera parado, rodeado de rocas rojizas plegadas, arena fina y un aire seco, espeso, que duele al respirarlo.

A la salida del valle, el desierto en toda su inmensidad y un par de pequeños tornados subiendo la arena hacia el cielo.

Al final del trayecto, sobre una extensión de arena sin piedras, me atreví a trotar por primera vez y tuve una sensación de libertad que nunca antes había experimentado.

El paseo fue duro pero con unos paisajes extremos de sequedad absoluta. Se llama Valle de la Muerte por la imposibilidad que haya vida en esta zona. La BBC hizo un programa sobre los desiertos del mundo y este fue el único donde al analizar la arena no encontraron rastro de vida, ni siquiera de bacterias.

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