5 años han pasado desde la última vez que volé hacia el Este.
5 largos años deseando volver y por fin, hoy, lo logro de nuevo.
Como viene siendo habitual, los últimos días antes de viajar son tan ajetreados que hacen que me olvide por completo que empiezan las vacaciones anuales y de los retos que tengo por delante.
Creo que tengo un reloj interno me dirige, poco a poco, para realizar la larga lista de tareas urgentes que tengo que hacer antes de viajar y que todo acabe justo un minuto antes de salir. Es una especie de terapia protectora que hace que, en estos momentos, y apunto de volar a las antípodas, me sienta como si fuera a subir a un bus de la EMT en lugar de dar saltos de alegría por las semanas que tengo por delante.
Afortunadamente los viajes ya forman parte de una rutina, y son “casi” una normalidad que adoro. Creo que me he convertido en un nómada moderno con residencia en Valencia.
Y me gusta verme así.
En el tren estaba reflexionando por qué me fascina tanto volar, viajar, conocer lugares y personas nuevas, someterme a cambios extremos, a retos nuevos…a interactuar con el planeta. Y llego a la conclusión que viajar es mi liberación, es como cuando le quitas la protección a una olla de vapor, que toda la tensión desaparece, te vuelves receptivo, tu cerebro sale de la zona de confort empieza a aprender de nuevo y te enfrentas sin miedo a situaciones inusuales.
Este año ha sido muy intenso. Acabar una reforma. Una mudanza. Mucho trabajo. Muchos viajes. Muchas visitas de amigos. Muchos conciertos. Muchas decepciones (Brexit, Trump, No en Colombia, políticos españoles)….
Y cuanto más crece el populismo en el mundo, más me doy cuenta que el mejor antídoto es viajar, para abrir la mente y enfrentarte a las ideas fáciles, las que secuestran nuestra inteligencia, nos alejan y vuelven egocéntricos y proteccionistas.
Este año empiezo en las antípodas, con un reto importante; pasar Nochebuena y Navidad en total soledad por primera vez en mi vida, lejos de todo y todos, en un lugar extremo, de belleza inigualable y al que siento la necesidad de ir desde que en 1995 viajé con mi hermano David a Nueva York y descubrí un muñeco llamado “demonio de Tasmania” que había invadido toda la ciudad. Allí me dirijo, a caminar por montañas vírgenes y enormes playas remotas, vacías….que harán que me replantee el concepto de espacio.
Lo que más me excita (desde un punto de vista anglosajón) de volar hacia el este es que siempre continuo volando hacia el este hasta encontrarme de nuevo con Valencia 🙂
Desde aquí doy las gracias a todos aquellos amigos que hacen que año tras año me sienta “obligado” a visitarles en sus países de origen o adopción.
A continuación el video que mi sobrina Rebecca ha preparado para ilustrar el viaje del año pasado. Hasta pronto.
La veritat, un poc dimoni si que eres. I no digues que vas a estar els dies de Nadal sols que la meua germana me pegará la pallisa.
Vaig a matarte a tu y a Becca 😂😂😂😂😂😂
Con un poco de retraso te deseo que disfrutes de tus nuevas andaduras.Que compartas tus experiencias….las posibles …y publicas… asi es como si nos llevaras de polizontes..Cuidate mucho ..