El segundo día era domingo, así que un buen día para conocer Central Park, aunque sea invierno, aunque haga frío y aunque apenas haya hojas en los arboles.
Caminamos a pie desde la 8ª Avenida hasta llegar a la entrada del extremo inferior izquierdo, donde está el conocido “Colombus Circus”, una estatua-homenaje a Cristobal Colón regalada a la ciudad por los italianos!!!! para celebrar el 4º centenario del descubrimiento de América. Ni una sola mención a los Reyes Católicos ni a la Corona Española que financió el viaje de Colón. Los italianos se han adueñado de ello e incluso en el desfile del 12 de octubre, aparecen los italianos, vanagloriándose de Colón y el descubrimiento. Que mal hacemos las cosas en España!!.
En época de Navidad, allí mismo se encuentra uno de los muchos mercadillos navideños que se pueden encontrar por toda la ciudad y donde se vende todo tipo de artesanía, decoración para el árbol, dulces caseros, dulces no tan caseros y donde se respira ese ambiente navideño típico de las grandes ciudades del mundo.
En principio podemos pensar que todo Nueva York era como Central Park antes de su planificación urbana pero no. El parque es fruto de un trabajo de ingeniería tremendo que se inauguró en 1857 transformando un terreno pantanoso en el parque que hoy por hoy es el patio de recreo de los neoyorquinos.
Central Park es uno de los parques urbanos más grandes del mundo con 341 hectáreas de prados ondulantes, senderos entre olmos, jardines de estilo europeo, un lago, un embalse, un teatro al aire libre, restaurantes, la estatua de Alicia en el País de la Maravillas y el monumento a John Lenon. Lo complicado es decidir por donde empezar.
Paseamos sin rumbo por al lado izquierdo del parque, el que da a la zona conocida como Upper West Side, habitada por empresarios liberales y herederos de grandes fortunas (contrario al Upper East Side, al otro lado del jardín, mucho más conservador, lujoso y caro).
El parque apenas es parque, no queda nada verde, todo está invadido por los tonos marrones, todos los arboles están en su mínima expresión, pero es muy interesante ver los preciosos edificios residenciales sobre las ramas secas que pronto empezarán a brotar y los ocultarán.
Empezaron a caer algunos copos de nieve y llegamos a “strawberry Fields”, homenaje a John Lenon, que fue asesinado cuando volvía a su casa el 8 de diciembre de 1980 cerca de donde nos encontramos. El 9 de octubre de 1985, cuando Lenon hubiera cumplido 45 años, la ciudad abrió este jardín, gracias a una donación de su viuda Yoko Ono y a cientos de países del mundo que enviaron fondos para el ajardinamiento. Es un homenaje muy emotivo y sencillo, un simple mosaico con la palabra “Imagine” que refleja los valores de un hombre que se atrevió a imaginar un mundo sin guerras donde reinara la paz.
Continuamos por la parte Oeste del jardín hasta llegar al “American Museum of Natural History”, uno de los grandes museos que hay que visitar en la ciudad si se viene con más tiempo. Nosotros entramos en el hall para caldearnos un poco y ver los impresionantes esqueletos de dinosaurios que llenan todo el espacio.
De allí, entramos de nuevo en el Parque buscando el embalse “Jacqueline Kennedy” famoso porque es utilizado en casi todas las películas cuando salen haciendo footing y aprovechamos su pista para cruzar al lado este del parque y ver el Museo Guggenheim, una maravilla diseñada por Frank Lloyd Wright para albergar la colección privada del magnate minero de NY, Solomón Gugenheim. Decidimos visitar solo el hall y la tienda y dejar el museo para otra ocasión.
Casi enfrente del Gugenheim se encuentra uno de los museo de arte más importantes del mundo, El Metropolitan Museum of Art, que a mi pesar, también decidimos obviar para centrarnos más en el conjunto de la ciudad.
Otro museo increíble en la llamada “milla de los museos” es el Neue Gallery, un precioso edificio neoclásico destinado a la exposición de obras alemanas y austriacas, con una exquisita cafetería más propia de Berlin o Viena.
Y bajando por la quinta avenida, llevamos al extremo inferior derecho del parque, donde está el famoso Hotel Plaza con un embotellamiento de coches de caballos que dejan a los turistas que se pasean en este medio tan peculiar en una gran ciudad.
Y empieza el ajetreo. La quinta avenida en navidades es el lugar del que hay que huir si detestas las navidades y el enloquecimiento consumista. Aquí se concentran las marcas más famosas del mundo, desde las más caras a las más más caras. Decenas de miles de personas se agolpaban en ambas aceras de la calle, hasta que llega un momento en que ya no puedes caminar, solo te dejas llevar por la gente, que se dirige como abducidos al Rockefeller center y el famoso árbol de navidad con su diminuta pista de patinaje sobre hielo.
Nos acercamos y como pudimos entre miles de cámaras, cientos de palos de selfies (un paloooooo) y miles de go-pros, nos hicimos las fotos de rigor y conseguimos salir de esa locura y refugiarnos en Oceana, una lugar tranquilo, relajado, protegido de la muchedumbre y donde es posible tomar desde una cerveza o cocktail hasta ostras con champagne o una buena cena de marisco.
Tercer día y con ganas de ver el resultado de uno de los proyectos que más éxito ha tenido desde que se ha abierto, la High Line.
A comienzos del siglo XX, la zona oeste de Manhattan era la más industrial de la ciudad, llena de mataderos con un trafico enorme que colapsaba la 10ª avenida con continuos accidentes. Así que se tomó la decisión de elevar las vías del tren para transportar las mercancías por encima del nivel de la calle. Esto funcionó muy bien durante unas pocas décadas y a mediados de los 80’s del siglo XX, se abandonaron totalmente.
Los vecinos de la zona recogieron firmas para la demolición de las vías pero se encontraron con la fuerza de un comité ciudadano que proponía la creación de un espacio verde sobre la ciudad y que, tras su realización, ha provocado un cambio tremendo en la zona que lo cruza, atrayendo a arquitectos de fama mundial que están construyendo viviendas y oficinas con vistas a este impresionante jardín.
Hay que bajar por la 10ª avenida hasta encontrarse con la calle 34 donde está la primera entrada al parque. Subir allí arriba es como entrar en otra dimensión. El diseño del jardín es espectacular, en la gran mayoría se han mantenido las vías férreas, que en ocasiones se estrechan y en otras se agrandan. Es una sensación de tranquilidad impresionante, pasear por medio de la ciudad, ajenos al trafico y los semáforos, sin apenas ruido y disfrutando de los edificios y los barrios que los cruzan de un modo totalmente diferente.
En algunos cruces se crean miradores para disfrutar de las calles o las avenidas a una altura desde la que no estamos acostumbrados.
Es aconsejable bajar en el zona de Chelsea (antiguo barrio industrial reconvertido en meca del arte) para pasear por las decenas de galerías que hay entre la 10ª y el río Hudson. Al ser lunes y pre-navidad, casi todas estaban cerradas, así que continuamos por la High Line hasta que empieza a meterse entre los edificios de ladrillo visto tipo portuario, y donde nos sorprendemos al encontrar el increíble Chelsea Market
Se trata de la antigua fábrica de galletas Oreo que ha sido transformada en un mercado lleno de locales muy neoyorquinos, muy vintage y con muy buen gusto. Tiendas de ropa, chocolate, cerveza, vino, sal…e infinidad de tiendas de comida, pescaderías y carnicerías donde venden cosas para tomar allí mismo, tiendas de langostas y gente comiéndosela de modo informal sentados en el suelo y un sinfín de negocios que serían la envidia en cualquier ciudad europea.
Volvemos a subir a la high line y la acabamos. Al bajar descubrimos el barrio the Village (el pueblo). Hay una buena razón para que este barrio se llame así: sus calles pintorescas llenas de árboles, viviendas unifamiliares victorianas de ladrillo visto rojo y una quietud extraña, una especie de reducto de paz que llega a inquietar en una ciudad como Nueva York.
Tiendas estupendas, cafes, restaurantes geniales y, como no, la casa donde vivía Carrie de Sexo en nueva York y la pastelería Magnolia en el 401 de Bleeker street, llena hasta los topes de gente comprando las famosas cup-cakes que las chicas de la película pusieron de moda.
Y después de tanta paz, decidimos someternos a un shock emocional, visitar el Memorial del 11-S.
Las medidas de seguridad son extremas, como en los aeropuertos, con scanner corporal completo levantando las manos. Que paranoia…que pena!!.
La experiencia es dura, en ocasiones me caen lagrimas de frustración al pensar cómo fue posible que ocurriera un atentado tan brutal y qué hay realmente detrás de eso.
El interior es amplio…gigantesco, con mármoles y maderas muy oscuras….. huele a quemado, a muerte. Es un espacio gigantesco que está bajo las dos fuentes-cascada. Se llega hasta la base de las torres y de hecho se entra dentro del espacio donde estaban.
Dentro de una de las torres hay una exposición sobre el 11-S antes del atentado, como era la prensa ese día, las noticias, el tiempo…para trasmitir la normalidad de la ciudad. Luego se exponen las rutas de los vuelos, cómo se desviaron, imágenes, vídeos, fotos, objetos….no hay nada que dañe la sensibilidad, excepto las fotos de la gente tirándose desde las ventanas, que están medio camufladas. Nada morboso, todo muy neutral, para que nadie se pueda sentir ofendido.
Hay una parte que me acongoja mucho y es la conversación entre los pilotos del vuelo que se estrelló en Pensilvania y el motín que se organizó a bordo, las llamadas de las azafatas y de los pasajeros a sus seres queridos dejándoles mensajes en los contestadores…..
Se podría estar horas y horas allí dentro si te paras en todas las vitrinas y lees toda la información de cómo reaccionaron las unidades de emergencia, los civiles, el gobierno, los militares….
Lo que mas me chirrió de toda la exposición es la cronología de la creación de al-qaeda, sus movimientos en el mundo, e-mails que enviaron los terroristas a las escuelas de pilotaje, sus pasaportes, permisos de residencia….. pero en ningún momento se habla de cómo el FBI financió a Osama Bin Laden en su lucha contra los rusos en Afganistan, ni cómo lo formaron en casa, ni nada de los trapos sucios que han hecho, en parte, que todo esto ocurriera.
Finalmente salimos del espacio que ocupaba una torre y vamos hacia la otra que es una especie de homenaje a las víctimas, con todas sus fotos, sus nombres, algo que les describe y algunos objetos donados por sus familiares. También hay también un video de cómo se está transformando la zona para crear lo que están haciendo y demostrar que el ave fénix resurge con más fuerza de sus cenizas.
A la salida, la zona está vacía, impresiona todavía mas ver las fuentes sin gente, la oscuridad se funde con el negro del mármol y parece todavía mucho más profundo y tétrico.