Las mingas son una de las tradiciones que mejor define el espíritu de compañerismo que se vive en Chiloé. Se trata de trabajos colectivos y solidarios que se organizan principalmente para cosechar patatas, levantar una casa o una iglesia. Como recompensa la persona que suplica la minga organizará una fiesta donde se bailará y comerá un asado de cordero acompañado de chicha de manzana.
Una de las mingas mas sorprendente es la de la tiradura de una casa. Cuando una familia se traslada de un lugar a otro, o de una isla a otra, en ocasiones lo hacen con su casa. Para ello suplican una minga y llegan los vecinos para “amarrar la casa”, con las yuntas de bueyes la montan sobre pilotes de madera y la hacen rodar por una alfombra de troncos para desplazarla. Al llegar al bordemar, la llenan de barriles para que flote y varias lanchas la remontan hasta la nueva isla, donde les esperan los vecinos para trasladarla al lugar definitivo, donde empezará la fiesta.
Existen pocos lugares en el mundo donde sus habitantes hayan desarrollado su vida entorno a la madera como lo han hecho en Chiloé. La arquitectura tradicional es una mezcla perfecta del estilo de los colonos españoles y de las poblaciones indígenas que habitaban estas tierras.
Todas las construcciones están hechas de madera, un material efímero que refleja que sus habitantes nunca han querido que sus construcciones permanezcan en el tiempo, tienen caducidad, son finitos, como la vida y la muerte de su gente.
Los diferentes estilos europeos se mezclaron con los gustos aborígenes dando como resultado edificios de madera de estilo barroco, neoclásico e incluso neogóticos, siendo una arquitectura nunca vista antes.
Las viviendas e iglesias siempre se hicieron de alerce y ciprés de las Guaitecas, que tardan más de 3000 años en crecer unos 40 metros. Se cubrieron de tejuelas de la misma madera en el tejado y las paredes, creando un sinfín de bellísimas formas, colores y maneras de enlazarlas.
Los palafitos son otro de los ejemplos característicos de la cultura Chilota, viviendas construidas sobre el nivel del mar, que reflejan la intensa relación de los habitantes con la naturaleza y el agua que les rodea.
Se cree que el origen data del siglo XVIII para que la gente del mar pudiera llegar en barca hasta su casa e incluso faenar bajo su casa en marea baja. Desgraciadamente, el terremoto de 1960 hundió la isla casi un metro acabando con la mayoría de ellos.
Pero la máxima expresión de esta cultura de madera es la construcción de la arquitectura religiosa, el arte de construir iglesias como si fueran barcos invertidos.
Las primeras capillas se construyeron de modo rústico con tablas, vigas de ciprés y techos de paja que pronto se reemplazaron por tejas de alerce. Se asentaron sobre bases de piedra a una altura suficiente para que no les afectara la humedad del suelo.
Este estilo de construir iglesias es propio y único del archipiélago. Los misioneros aportaron el diseño, los chilotes especialistas en la construcción de barcos, las habilidades aprendidas generación tras generación y los bosques de cipreses y alerces la madera en abundancia.
Actualmente existen 150 iglesias de este estilo en el archipiélago que fueron evaluadas por la UNESCO quien en el año 2000 declaró 16 de ellas patrimonio de la Humanidad por la riqueza que supone la perfecta fusión entre la cultura indígena y la europea, la integración de la arquitectura de madera en el paisaje y la conservación de los valores espirituales de las comunidades locales.
Salvando las distancias, lo de las mingas debe ser algo así como esas escenas de las películas del oeste, no? esas en las que construyen la casa, llevan pastel de manzana, chica conoce chico…
els palafitos m’ agraden molt, les teulades, me les portaria pa ma casa, però lo millor és lo de la Minga…..ahi m’ apunte jo….ajudar, disfrutar, i menjar en companyia d’ amics i coneguts,,,,,,,,la solidaritat ‘es GENIAL.
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