Llegada a Sevilla despues de 7 años y todavía estoy en mi fase A.
Carlos me recoje en el aeropuerto y me lleva directamente a comer unos caracoles diminutos que jamas había probado y que recuerdo con un regusto especial a hierbabuena.
Saliendo de Sevilla empezamos a subir hacia una planicie situada a 200 mts sobre el nivel del mar y desde donde se divisa toda la ciudad, la Giralda, el puente del Alamillo….y decenas de recuerdos flotando sobre el cementerio de la Expo’92.
El Aljarafe (o highlands….ya que «tierras altas» carece de esa connotacion romántica necesaria en este caso) es una comarca donde se concentran un grupo de pueblos tipicamente sevillanos, con casas blancas y albero, colinas onduladas, caballos, olivos y el ritmo pausado del interior de Andalucia.
Olivares, a solo 16 km de Sevilla y un mundo totalmente diferente. En este pueblo de apenas 9.000 habitantes todavia se respira el ambiente dejado por el famoso Conde-Duque de Olivares, sobre todo el fin de semana del 12 al 15 de mayo cuando se celebró el mercado Barroco.
El mercado Barroco se empezó a celebrar hace unos 5 años y a se ha convertido en un referente turítico de la comarca atrayendo a miles de visitantes a un pueblo que se engalana como si estuviera en pleno siglo XVII y donde todos sus habitantes salen a la calle vestidos con trajes de época.
Mercados de artesanos y tabernas, talleres, escenificaciones de gremios, animaciones callejeras, teatro, exposiciones, conciertos, conferencias…
Toda una experiencia inesperada. Una pena no haber traido en mi equipaje un traje de «torrentí»
Mis 24 hrs con Carlos eran necesarias despues de varios años sin ponernos al día y donde decidimos romper con ritos de los 90’s para actualizarlos por otros más sosegados y acordes con nuestra realidad actual.